Llegada la triste hora de las alabanzas, el recuerdo al que una gran mayoría anuda al Presidente Adolfo Suárez es el del consenso.
La memoria es siempre selectiva y además, en este caso, a lo largo de los años la derecha española ha ido levantando un muro de brumas que dulcifican el pasado y tratan de oscurecer la resistencia de la parte más reaccionaria de nuestro país a las reformas que puso en marcha Adolfo Suárez.
La verdad es que las grandes cosas que hizo Adolfo Suárez, sus golpes de determinación y su capacidad de arriesgar, los grandes avances por los que le recordamos, ni de lejos fueron decisiones por consenso . O, al menos, no con el consenso de buena parte de la derecha, de credo franquista y confesional y enquistada en altas instituciones del Estado, empezando por el Ejército, que en esa época seguía viéndose a sí mismo como el vencedor de la Cruzada.