Terminaba el mes de marzo y el verano austral llegaba a su fin. Las piedras de la playa, que hasta unos días atrás estaban sueltas y flojas, comenzaban a quedar soldadas unas con otras a causa del frío que se hacía más intenso.
No había viento y Marosa, descansaba en una hondonada disfrutando la calma, cuando sintió un ruido de pasos. Era Borravino que se acercaba.
-¡Hola Marosa! dijo el pingüino. -¿Has visto la luna llena que está saliendo en el horizonte?