No me había atrevido a escribir de ti, a pesar de que ya son nueve meses desde que no estás en este mundo. Suelo tragarme el nudo en la garganta, suelo mirar tus fotografías y pensar que una vez tus labios besaron los míos y no me entra en la maldita cabeza que ya no estés respirando el mismo oxigeno que el resto de nosotros. Me siento culpable porque las cosas terminaron mal entre nosotros. Me siento culpable porque deseé decirte adiós y arreglar las cosas que se rompieron el mismo día en que decidí romper
Y he buscado esas dos únicas fotos que nos tomamos juntos, pero parecen haber desaparecido justo como tu lo hiciste. Recorrí todas nuestras conversaciones, y creo que eso es lo único que me queda. Y pasarán días y probablemente años y aún te seguiré recordando. Pensaré en todo lo que fuimos y en todo lo que pudimos ser. Pensaré en tus ojitos color miel y en lo mucho que me arrepiento por dejarte ir cuando pude haber agarrado tu mano más fuerte. No pienso que tomé la decisión equivocada, pero si alguien me
Te recordaré en las raras ocasiones que vuelva a pensar en ti y en las raras ocasiones que me meta a tu perfil y vea todas las publicaciones de tus amigos y familia extrañándote. Porque ya pasaron nueve meses y eso es suficiente para que muchas personas pasen pagina. Pero yo pensaré en ti, y te dedicaré un pensamiento en tu cumpleaños, y otro en Navidad, y otro en año nuevo. Pero los días pasaran y temo que exista un día en donde ya no te recuerde más. Donde ese amigo que conocí un día en el trabajo, que e